Yo nadaba en un mar tranquilo, muy tranquilo en verdad, no se que paso, pero de repente me vi envuelta en mares y océanos confusos, oscuros y claros, tornasoles y brillantes, turbulentos, desafiantes.
Nadaba en aquellos lugares sin mayor dificultad, era libre, libre, y estaba feliz y en paz…………..
Pero de pronto algo me arrastro, algo me enredo bruscamente mientras un día nadaba en el océano de brillantes destellos, algo me atrapo con un solo girar de mi cuerpo resplandeciente, me llevo, me alcanzo, me perdió entre los mares, no supe donde estaba, y mis aletas ya no podían hacer, ya nada.
Me desesperé, quise escapar de todo eso que me envolvía, quería tener dientes largos y filudos para morder y salirme de esa cruel piel pegada a mi cuerpo, quise tomar pensamientos de otros, quise que esto no me estuviese sucediendo, pensé y cerré una y otra vez los ojos imaginado que tal vez seria un sueño, una pesadilla, pero al abrir nuevamente mis ojos, hay estaba, encerrada, como si yo hubiese cometido algún crimen, algún pecado incurable que solo con mi sangre lo pudiera borrar definitivamente de mi ser.
Pero me pregunte en ese instante, yo no soy ningún mal pez, los pecados que tengo son como los de cualquiera, pensé en miles de cosas, tal vez, seria mejor que me destrozaran el cuerpo de una sola vez.
Que diría mi familia, mis amigos de esto, parecía un ser sin fuerzas en medio de ese inmenso cuerpo rodeándome, tapándome, acribillándome, deteniéndome los movimientos, me sentí humillada, congelada, avergonzada.
Como olvidar aquel encuentro con la luz solar, fue mi perdición fue mi muerte inmediata.
El aire me tapo los orificios sangrantes, y mi mirada se fue a la nada, al vacío, al horizonte que nunca quise mirar, al mundo que jamás quise conocer.
Nadaba en aquellos lugares sin mayor dificultad, era libre, libre, y estaba feliz y en paz…………..
Pero de pronto algo me arrastro, algo me enredo bruscamente mientras un día nadaba en el océano de brillantes destellos, algo me atrapo con un solo girar de mi cuerpo resplandeciente, me llevo, me alcanzo, me perdió entre los mares, no supe donde estaba, y mis aletas ya no podían hacer, ya nada.
Me desesperé, quise escapar de todo eso que me envolvía, quería tener dientes largos y filudos para morder y salirme de esa cruel piel pegada a mi cuerpo, quise tomar pensamientos de otros, quise que esto no me estuviese sucediendo, pensé y cerré una y otra vez los ojos imaginado que tal vez seria un sueño, una pesadilla, pero al abrir nuevamente mis ojos, hay estaba, encerrada, como si yo hubiese cometido algún crimen, algún pecado incurable que solo con mi sangre lo pudiera borrar definitivamente de mi ser.
Pero me pregunte en ese instante, yo no soy ningún mal pez, los pecados que tengo son como los de cualquiera, pensé en miles de cosas, tal vez, seria mejor que me destrozaran el cuerpo de una sola vez.
Que diría mi familia, mis amigos de esto, parecía un ser sin fuerzas en medio de ese inmenso cuerpo rodeándome, tapándome, acribillándome, deteniéndome los movimientos, me sentí humillada, congelada, avergonzada.
Como olvidar aquel encuentro con la luz solar, fue mi perdición fue mi muerte inmediata.
El aire me tapo los orificios sangrantes, y mi mirada se fue a la nada, al vacío, al horizonte que nunca quise mirar, al mundo que jamás quise conocer.
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